viernes, 21 de septiembre de 2012

Half de Colonia (Alemania)

Por fin ha llegado a mis manos. Crónica de Torsten (barbastrense consorte). Fantástica, enhorabuena.







Mis impresiones de mi primer 226half


Hola deportistas:

Al principio, recuerdos a todos desde Alemania, especialmente a Antonio Gibanel (Tom), que me ha acompañado en mi primer triatlón “de verdad” y que ha participado en mi “sufrimiento”. Si pensáis que los alemanes son muy duros, los españoles lo son mucho más y ¡eso con menos entrenamiento!

He aprendido mucho, sobre todo de la logística de una competición de triatlón con mi familia y la familia de un amigo español. Cuando han llegado el viernes por la noche antes de la carrera en el aeropuerto de Colonia he buscado a Antonio cuando han llegado las chicas, porque he visto solo una bolsa muy grande que se estaba moviendo y ¡allí estaba Antonio; detrás de su bolsa de bici!

El sábado estuvo ocupado con el último entrenamiento y la preparación para la carrera, que iba a ser el domingo. Antonio, preocupado por su poco entrenamiento, y yo, casi sin experiencia real en competiciones (solo una competición de mini-sprint), hemos ido una vuelta de 25 km muy relajados y con una buena sensación, aunque cuando hemos montado la bici de Antonio, este se ha dado cuenta de que había olvidado las cabras (espero que sea la palabra correcta para el volante de “tri”). Creo que no solo Antonio ha disfrutado del paisaje verde alemán.

Después hemos preparado las bolsas de transición y el coche de un amigo y vecino italiano que nos ha prestado su furgoneta para transportar las bicis, antes de una barbacoa alemana.

Domingo por la mañana: desayuno bastante fuerte (también alemán), porque la competición tenía que empezar a las 12:40 h. (nosotros en la tercera “ola”, primero los “pros” y los más lentos al final)

Sin poder encontrar ya un aparcamiento cercano (los del Ironmann ya llevaban 3 horas de carrera, desde las 7 de la mañana) hemos llegado, sobre las 10 al lago para regatas, de 2.300 metros de longitud. Nunca antes hemos visto una piscina tan larga y ancha. Por lo menos teníamos que nadar casi 1000 m solo en una dirección.

El check-in fue sin problemas, el tiempo buenísimo, bastante soleado para españoles y caluroso (25 °C) para alemanes. La “nervosidad” ha tenido bastante tiempo para crecer, especialmente yo he tenido casi miedo por el “empiezo” de nadar. He oido muchas historias sobre las pirañas en los neoprenos.

En el agua, que estaba muy buena, creo que todos han perdido un poco de peso. Como funciona saben solo los triatletas. Directamente después del disparo he perdido a Antonio, demasiados neoprenos negros. He empezado a nadar en mi estilo, con tranquilidad y bastante lento, casi al final de todo el pelotón. He disfrutado mucho y he llegado a la primera zona de transición muy relajado (y no he tenido problemas en encontrar mi bicicleta, porque ya quedaban pocas allí). La bicicleta de Antonio ya estaba de camino también.

He puesto el neopreno en la bolsa y he empezado la carrera de bici, sin encontrar a nadie de nuestras familias, ¡que pena! para todos.

Antes de llegar al punto de vuelta en el centro de Colonia, me encontré a Antonio de frente. Estábamos de acuerdo en ir juntos si nos encontrábamos, o la distancia entre nosotros era bastante pequeña, por eso y por las experiencias de nuestros entrenamientos en España (en la bici estaba yo un poquito más fuerte), he intentado alcanzar a Antonio. Eso era más difícil por una confusión mía. Cuando he pasado la primera vuelta alguien ha gritado “tu eres del “Half”, tienes que entrar por esta calle” y yo he pensado que era un grito para mí. Frené fuerte y dí una vuelta en la calle, pero ¿cómo podía ser esto?, el plan que yo tenía en la cabeza me decía que tenía que seguir recto. He tenido que preguntar a uno de la organización ¿por dónde tengo que ir? y el me indicó la dirección contraria. Por eso ¡otra vuelta entre el tráfico de la carrera! Después de no sé cuantos kilómetros he alcanzado a Antonio y hemos continuado juntos, eso significa naturalmente sin “chupar la sombra del viento” (estaba bastante controlado por los jueces en las motos). Pienso que he bebido y comido bastante, especialmente barritas energéticas y una con una sorpresa. Al morder la última he encontrado una nuez, ¿o qué?, nunca han tenido frutos secos tan grandes esas barritas. ¿Qué podía ser entonces? Me he asustado. Con la boca llena he tocado con la lengua todos mis dientes y ¡ahí estaba, se me había caído una corona de oro!. Chupando la barrita y evitando tragar la corona, se lo he contado a Antonio. Con sonrisas he puesto la corona en la bolsa de bici (ahora ya está en su sitio correcto) y hemos continuado hasta la segunda zona de transición. Poco antes hemos visto por primera vez a nuestras familias y mi hijo Lucas ha hecho las primeras fotos, por lo menos.

Allí la próxima confusión. Con mucho gusto he bajado de la bici y he buscado mi sitio para el cambio, pero dos instructores me han enseñado dos calles de entrada diferentes. Por fín he encontrado mi sitio para poner la bici, pero ese estaba totalmente ocupado. ¡Qué trabajo para mí poner las otras bicicletas en sus sitios y encontrar mi bolsa de zapatillas! Al salir de la zona he encontrado otra vez a nuestras familias y a unos amigos alemanes que me han motivado mucho. Antonio estaba otra vez delante de mí por la confusión, pero yo me sentía con fuerzas todavía. Después de 200 metros corriendo la fuerza se ha ido de mí y en vez de eso han llegado los calambres más fuertes que he tenido hasta ahora. Sentado en el suelo entre los espectadores he dado una impresión de tanto dolor, que alguien ha intentado através de la valla ayudarme a estirar los músculos de la pierna, pero han seguido otros calambres. Ese era el punto peor de toda la carrera y he tenido muchas dudas de si podría continuar. Después de 2 o 3 minutos me he levantado y he intentado empezar a correr (más andar que correr) y el público me ha aplaudido, ¡qué fuerte! Los calambres se han ido casi totalmente y he podido correr con la velocidad normal hasta la segunda vuelta. En la primera he sufrido bastante también, especialmente por una escalera de caracol (de 60 peldaños, que he contado un día después durante la excursión en Colonia). Esta escalera me rompió el resto del ritmo, pero no solo a mí. La segunda vuelta fue una tortura de calambres y de dolor. He encontrado a Antonio delante de mí, que ha sufrido también, pero con buena cara. En los últimos 4 kilómetros he pasado andando todos los puntos de avituallamiento. En el último me ha motivado un voluntario con coca cola y gritos en español (seguro que por el tricot español del CAB): ¡venga coño!, ¡venga! Yo no estaba en condiciones de contestar, ni en español ni en alemán, solo un saludo con la mano y gracias. Después de 50 metros este chico me ha alcanzado con 3 vasos de agua y 3 de coca cola y me ha preguntado de donde era y yo he contestado que soy alemán, pero estoy corriendo para el CAB y tengo también un amigo español corriendo delante de mí. Este chico tan amable era de Valencia y me ha deseado muchas veces suerte, que he necesitado, por lo menos para la segunda subida de las dolorosas escaleras.

Por fin he entrado en la calle de la meta con calambres, pero he intentado correr con cara relajada, muchas animadoras con pompones han hecho una callecita de pocos metros, que me ha parecido una pista de aterrizaje. Antes de ellas estaba esperándome mi hija Paula para entrar conmigo. Ella ha cogido mi mano y ha querido correr mucho más rápido de lo que yo podía. Mirad la foto que hizo Lucas en estos momentos. Allí no sale Paula, pero sí mi sufrimiento de ese momento.

En la meta estaba esperándome Antonio con las familias. El con la cara relajada y charlando como si nada. ¡No he oido casi nada! Mi sufrimiento ha durado unas horas más, también por las cosas logísticas que no quiero explicar aquí. Pero creo que nuestros tiempos no han sido ninguna verguenza para el tricot del CAB. ¡Felicidades a Antonio y no sé lo que puede pasar si él entrena de verdad!.

Y muchas gracias a nuestras familias que han pasado un dia de aventuras en Colonia y por la paciencia que han tenido durante del entranmiento nuestro.

Aunque no puedo recomendar la competición de Colonia, tengo más ganas de continuar con el triatlón y mucho más respeto por los que han terminado un Ironman (hasta ahora no tengo ni idea de como han podido pasarlo) y si alguien tiene ganas de participar en otras competiciones en Alemania por nuestra zona, siempre seréis bienvenidos.

(Perdonad mi español, es original mío, aunque mi mujer ha hecho de secretaria)

Recuerdos deportistas de Torsten, el barbastrense consorte

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