lunes, 18 de abril de 2011

La aliaga

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Debía yo de tener 6 ó 7 años que nos llevó mi madre a mi hermano y a mi al peluquero Sesé. La peluquería Sesé se encontraba en la confluencia de las calles San Hipólito y Conde. Hoy la casa no existe. Antes, ir a la peluquería era todo un acontecimiento. Ese olor a Varon dandy, a Floyd, esas fotos de modelos repeinadísimos y la posibilidad de echar el ojo a revistas que entonces sí eran de verdad del corazón. "La familia Gustav-Hohenlohe pasa las vacaciones estivales en su residencia de Baviera". "El torero El Cordobés es recibido por el Generalísimo". Además, en aquella época no se estilaba lo de "pedir hora". Podías ir a la peluquería y echar toda la tarde, dependiendo de la cola que hubiera. Cuando llegabas debías hacer igual que en la pescadería: "¿Quién es el último".
Estaba yo absorto en una de aquellas revistas cuando Sesé sacudiendo el delantal con los pelos de mi hermano dijo: "Que pase el pequeño". En aquel momento, mi subconsciente debió recordar la anterior visita a este local, en la cual, el peluquero, terminando la faena en la nuca, no sólo rasuró los pelos de aquella zona sino también una peca que tengo en ese lugar. Se conoce que comencé a patalear a revolcarme entre la pelangrera del suelo. Ni entre mi madre, el peluquero Sesé y los hermanos Coronas, entonces jovenes aprendices, podían sujetarme. Entre todos consiguieron sentarme pero mi pequeño cuerpo seguía convulsionándose hasta que uno de los Coronas, no recuerdo si el más moreno o el otro dijo aquella frase que nunca desde aquel momento he olvidado: "Pero zagal, ni que te fuéramos a dar de comer aliagas"... Me quedé inmóvil. A pesar de lo pequeño que era ya debía de conocer el significado de aquello y es más, seguramente ya me habría "punchado" con alguna de ellas.
En estos días primaverales destaca en nuestros montes el color amarillento de las aliagas en flor. Es verdaderamente espectacular. La aliaga, cuyo nombre científico (Genista Scorpius) deriva del sustantivo latino "scorpius" (escorpión)en clara alusión a los dolorosos pinchazos que producen sus espinas. Por este motivo es una planta que resulta antipática.


Grupo de aliagas en las inmediaciones del Poyet

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