jueves, 20 de marzo de 2014

Ya ha llegado Gaspar


Durante muchos años, por estas fechas, hacía una llamada telefónica a mi amigo David Gómez y le decía: "Ya ha llegado Gaspar".  David elaboraba un censo de parejas de alimoche en la provincia de Huesca y yo le avisaba cuando veía los alimoches de dos nidos que hay en la zona donde me muevo por cuestiones de trabajo.  Pues bien, esta semana los he vuelto a ver y me he acordado del bueno de David y del mítico capítulo de "El hombre y la tierra" sobre la Fauna Ibérica de Félix Rodríguez De la Fuente titulado "El buitre sabio".
El Alimoche (Neophron percnopterus), que en Barbastro y el Somontano es conocido como "la boleta", es un pequeño buitre que pasa la mitad del año en el África transahariana. En los primeros días de febrero atraviesan Gibraltar y retornan a sus lugares de cría en la península, que siempre son los mismos y con la misma pareja. Los alimoches, además de ser carroñeros son expertos localizadores de huevos.  De hecho durante la invernada en África suelen comer incluso huevos de avestruz que abren lanzando piedras con el pico contra el huevo hasta que consiguen abrir un boquete en él.
En el capítulo de "El buitre sabio", Félix y su equipo se propusieron determinar si este comportamiento de romper huevos era algo enseñado de padres a hijos o por el contrario, era un comportamiento congénito, es decir, interiorizado. Para ello, cogieron un pollo de un nido de alimoche (el alimoche suele poner dos huevos, pero sólo sale adelante el pollo más fuerte), lo criaron, lo llamaron Gaspar y al cabo de varios meses, cuando ya era un experto volador, hicieron la prueba, poniéndole varios huevos de cera del tamaño de los de avestruz en cuyo interior habían echado veinte huevos de gallina.  Después de varias intentonas en las que Gaspar no atinaba, terminó por conseguir cascar el huevo y comerse lo que había en su interior, demostrando que es un mecanismo genético y no necesita de aprendizaje.
Curiosamente esta habilidad de los alimoches les ha llevado a su casi desaparición al comer huevos envenenados cuyo principal "destinatario" es otra de nuestras joyas, el injustamente tratado, zorro.






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